El otoño de 2015 había sido seco y el invierno no demasiado lluvioso. Diciembre, enero y febrero fueron más cálidos de lo normal por lo que la acumulación de grados-día favoreció el inicio adelantado de los procesos biológicos de las especies tempranas, sin embargo en gran parte del territorio, la insolación y el contraste entre las temperaturas diurnas y nocturnas no fueron óptimos para las fases iniciales del desarrollo. Marzo y abril fueron fríos y húmedos, en general con falta de insolación. Las lluvias de marzo-abril-mayo fueron en general beneficiosas para el campo, aunque como casi siempre habría que añadir, favorables para unos cultivos y regiones y perjudiciales para otros. Por otra parte las especies de día largo, las tardías, fueron, en su mayoría, de fenología primaveral algo retrasada.