30/09/2002 El año hidrometeorológico que acabó el pasado 31 de agosto y que había empezado el 1 de septiembre de 2001, en conjunto, ha sido algo más seco de lo normal, de modo que el volumen total de precipitaciones acumulado a lo largo del período en la España peninsular se sitúa cerca de un 10% por debajo del valor medio normal.
No obstante, lo más llamativo de este año recién finalizado no es el citado comportamiento del valor promediado de las precipitaciones, sino la desigual distribución geográfica de las mismas. Así, se aprecia un acusado déficit de precipitaciones en amplias zonas del Norte y Noroeste peninsular, que se extiende de forma menos marcada a la práctica totalidad de las zonas de la vertiente atlántica, de forma que las precipitaciones acumuladas durante los últimos 12 meses se sitúan por debajo del 75% de los valores medios normales en Galicia, Cantabria, País Vasco y la mayor parte de Castilla y León, así como en zonas del Norte de Navarra y Aragón, y algunas áreas más aisladas de Extremadura, Madrid , Castilla-La Mancha y Andalucía.
El mayor déficit relativo se observa en zonas del Centro y Oeste de Castilla y León, con precipitaciones que tan sólo suponen entre el 50% y el 60% del valor normal para este período. En cambio, y en contraste con lo anterior, el año ha resultado en general muy húmedo en las regiones de la vertiente mediterránea, así como en ambos archipiélagos, habiéndose registrado precipitaciones superiores al 125% de los valores medios en Valencia, Murcia y Baleares, así como en algunas áreas del Este de Andalucía, en Melilla y en buena parte de las islas del archipiélago canario.
En relación con la distribución temporal de las precipitaciones a lo largo del año, cabe destacar que el año se inició en conjunto más bien húmedo, con unas precipitaciones, en el período septiembre-octubre, bastante superiores a las normales en todo el cuadrante Suroeste, en tanto que en las regiones de la vertiente cantábrica se empezaba ya a acusar un déficit de precipitaciones, marcando una tendencia que se mantendría a lo largo de la mayor parte del año.
En el mes de noviembre se inicia un largo período de precipitaciones escasas debido al predominio de situaciones de tipo anticiclónico, que se extiende a lo largo de todo el invierno hasta finales de febrero, y que afecta con mayor o menor intensidad a todas las zonas, aunque teniendo una especial incidencia en el Oeste y Norte peninsular. Como dato indicativo de esta situación cabe citar que en el cuatrimestre noviembre-febrero el volumen total de precipitaciones acumulado en el territorio nacional supuso tan sólo el 55% del valor medio normal para este período.
La primavera, en cambio, trajo consigo unas precipitaciones que en conjunto fueron ligeramente superiores a las normales, siendo muy húmedo el trimestre marzo-mayo en toda la franja mediterránea, en tanto que continuaba el régimen de precipitaciones escasas en el Norte, con incremento del déficit pluviométrico en zonas de Galicia, Cantabria y País Vasco. Frente a ello, el verano (trimestre junio-agosto) ha sido bastante húmedo en las vertientes cantábrica y mediterránea y más bien seco en las zonas de la vertiente atlántica. Ello ha dado lugar a que se haya compensado parte del déficit de lluvias acumulado hasta ese momento en zonas de Asturias, Cantabria y País Vasco, no así en el caso de Galicia y Oeste de Castilla y León donde el déficit de lluvias ha seguido aumentando a lo largo del verano.
En resumen, se puede afirmar que el año ha sido húmedo a muy húmedo en general en las regiones mediterráneas y ambos archipiélagos, y seco a muy seco en el tercio Noroeste, debido especialmente al déficit de lluvias acumulado en el muy seco invierno. En el resto de España, que abarca una amplia franja central, desde los Pirineos hasta el Oeste de Andalucía, el año ha sido en general algo más seco de lo normal, aunque no de forma tan acusada como en el Noroeste.