El Día Meteorológico Mundial de 2004 conmemora la entrada en vigor el 23 de marzo de 1950 del Convenio por el que se estableció la Organización Meteorológica Mundial (OMM), organismo que sucedió a la Organización Meteorológica Internacional (OMI), cuya creación remonta a 1873.
Para las celebraciones de este año se ha seleccionado el tema "El tiempo, el clima y el agua en la era de la información" en reconocimiento de la vital importancia que tiene la tecnología para el avance de la meteorología, la hidrología y las ciencias geofísicas conexas, factor determinante de la contribución que aportan los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales (SMHN) al desarrollo socioeconómico y a la protección del medio ambiente. La OMM aprovecha y promueve activamente la aplicación de esas tecnologías a fin de mejorar la observación, la comprensión y la predicción del comportamiento de los sistemas atmosférico y oceanográfico y del ciclo hidrológico.
El mundo evoluciona a un ritmo que no cesa de acelerarse. Cada día que pasa se tiene una idea más clara de la vulnerabilidad de la economía al tiempo, el clima y el agua, factores que inciden en la casi totalidad de las actividades humanas. Ello se pone de manifiesto, por ejemplo, en la creciente preocupación acerca de las repercusiones de los peligros naturales. Las estadísticas revelan que más del 80% de todos los desastres naturales registrados durante el último decenio han sido de origen meteorológico o hidrológico. En los años cincuenta, las pérdidas atribuibles a todo tipo de desastres naturales, incluidos fenómenos hidrometeorológicos, temblores de tierra y erupciones volcánicas, se estimaban en 4.000 millones de dólares estadounidenses, cifra que en 1990 había alcanzado ya los 40.000 millones. Más del 65% de las pérdidas materiales y casi el 90% de los decesos se debieron a desastres relacionados con el tiempo, el clima o el agua. En los años noventa hubo que lamentar 280.000 víctimas de la sequía. Desafortunadamente, el impacto de esos fenómenos se hace sentir desmesuradamente en los países en desarrollo.
En el pasado no había habido nunca antes tantas esperanzas en cuanto a la posibilidad de que la meteorología, la hidrología y las ciencias geofísicas afines permitan hacer frente con todo éxito a los desafíos que supone el desarrollo sostenible en cuestiones como la mitigación de desastres, la seguridad alimentaria, la gestión de los recursos hídricos, el transporte, el turismo y el control de la contaminación. Estas halagüeñas perspectivas se derivan en gran medida de los espectaculares éxitos alcanzados por esas ciencias en los últimos decenios. Esos logros han reafirmado la confianza de los meteorólogos y los hidrólogos en el valor de sus productos y han contribuido a elevar la confianza de las autoridades, el público y demás usuarios en la capacidad de los sistemas, operados bajo la égida de la OMM, para arrojar resultados satisfactorios y responder a las expectativas. Permítanme destacar algunos de los principales avances que sustentan esa convicción, condicionados por el contexto en que han evolucionado esas ciencias:
Esos logros han sido posibles gracias principalmente a los grandes avances científicos y tecnológicos en materia de observaciones, telecomunicaciones y computadoras. Como se recordará, el progreso de las telecomunicaciones y la tecnología de la información llevó a la creación de la Vigilancia Meteorológica Mundial (VMM) en 1963. En la actualidad, la OMM coordina las observaciones, empleando sistemas tradicionales y las más modernas técnicas, como estaciones meteorológicas automatizadas, radares meteorológicos, satélites meteorológicos operacionales y satélites de investigación y desarrollo.
Además de la vigilancia del océano con buques y boyas, la OMM patrocina métodos de medición tecnológicamente más avanzados, que redundan en una mejor comprensión de la interacción de la atmósfera y el mar y facilitan la prestación de servicios a los usuarios marinos. Por ejemplo, las boyas perfiladoras (boyas Argo) permiten preparar perfiles de las temperaturas oceánicas a una profundidad de hasta 2.000 m, medir las corrientes subsuperficiales y transmitir por satélite los datos acumulados.
El empleo de las más avanzadas tecnologías y de los más recientes avances científicos para la vigilancia del ciclo hidrológico y la calidad del agua es otro beneficio de la era de la información. Esas técnicas son esenciales para la evaluación y gestión de los recursos hídricos, la predicción de crecidas y la utilización juiciosa y equitativa del agua dulce, sin tener en cuenta las fronteras, con vistas a encontrar solución a los problemas cada día más agudos que plantean el suministro y la gestión del agua dulce. Los datos sobre precipitación, caudal de los ríos y nivel de las aguas se transmiten ahora por satélite a las oficinas centrales de los Servicios Hidrológicos Nacionales u otros organismos competentes encargados de su procesamiento. Esas nuevas capacidades permiten a los Servicios Hidrológicos Nacionales aportar una importante contribución para hacer frente a los desafíos planteados por la carestía de agua, cada día más aguda. Cálculos recientes indican que más de mil millones de personas no disponen de fácil acceso a fuentes de agua potable, situación que, según los pronósticos, continuará empeorando debido a la urbanización y al crecimiento demográfico.
Por lo que se refiere a la protección del medio ambiente, la Vigilancia de la Atmósfera Global (VAG) analiza la composición química de la atmósfera, incluidos los gases de efecto invernadero, la capa de ozono y la radiación ultravioleta, así como el transporte a grandes distancias de contaminantes, aerosoles, gases reactivos e isótopos radioactivos. Ese programa, que integra actividades de vigilancia e investigación, cumple la función de sistema de alerta temprana en cuanto a la detección de los cambios en la atmósfera. En este respecto, la OMM coordina una red mundial de Centros Meteorológicos Regionales Especializados concebida para dar una respuesta eficaz a las emergencias tanto de origen antropogénico como ambientales, incluidos los accidentes de origen nuclear o químico.
Estos modernos sistemas de observación, respaldados por poderosas computadoras e instala-ciones de telecomunicaciones, han llevado al desarrollo de técnicas de Predicción Numérica del Tiempo (PNT) que permiten considerables mejoras en lo tocante a la predicción en tiempo real de diversos tipos de fenómenos meteorológicos. Por ejemplo, para la predicción y emisión de alertas de las tormentas tropicales de gran intensidad se recurre a imágenes satelitales que permiten detectar y seguir la trayectoria de esos fenómenos, a modelos computarizados del sistema atmósfera-océano con el fin de predecir su debilitamiento, intensificación y trayectoria, así como a modernas instalaciones de telecomunicaciones para la difusión a todas las categorías de usuarios. Los continuos avances en cuanto a la predicción de ciclones tropicales con hasta tres días de antelación, la difusión eficaz de alertas y las medidas de preparación han contribuido a una gran disminución del número de víctimas causadas por esos fenómenos.
En el caso de tornados y tormentas de gran intensidad en pequeña escala, es posible preparar alertas específicas sólo con unas cuantas horas de antelación, y en algunos casos tan sólo pocos minutos antes del arribo del devastador fenómeno. Tratándose de períodos tan cortos, es crucial contar con radares Doppler para detectar los remolinos de vientos, predictores con sólida formación, sistemas de telecomunicaciones de alta velocidad y contactos eficaces de radio y TV para transmitir las alertas a las comunidades afectadas.
El perfeccionamiento de las predicciones cuantitativas de las precipitaciones ha contribuido a la utilización más racional del agua, la gestión integrada de ese preciado recurso y la preparación de alertas de inundaciones. El objetivo general de la OMM es garantizar que todas las naciones, independientemente de su nivel de desarrollo económico, puedan tener acceso a las predicciones y a la información disponible, y que puedan adaptarlas para satisfacer sus necesidades nacionales básicas.
Cada día se reconoce más el valor económico y social del tiempo y del clima considerados como recursos. La información sobre el tiempo, el clima y el agua reviste vital importancia para la mayoría de las actividades socioeconómicas. Los pronósticos meteorológicos e hidrológicos representan un valioso aporte para el fomento de la producción agrícola, la gestión de los recursos hídricos, la lucha contra la desertificación, la seguridad y eficiencia del transporte, el control de la polución, la planificación de la demanda y la distribución de electricidad, la organización de actividades recreativas y los cálculos de la industria de los seguros.
Las nuevas tecnologías son esenciales para dar cuenta de algunos de los más importantes desafíos de este siglo. Sin la tecnología de la información y avances similares en el campo de la meteorología, la comunidad mundial probablemente no habría llegado a cobrar clara conciencia de la mayor concentración de los gases de efecto invernadero y sus implicaciones para el cambio climático, ni del agotamiento de la capa de ozono y la contaminación ambiental. Tampoco habría podido elaborar, llevar a la práctica y seguir de cerca las estrategias orientadas a la protección ambiental que se recogen en instrumentos como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMCC-NU), el Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono y su Protocolo de Montreal, la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación y la Convención sobre la Contaminación Atmosférica Transfronteriza.
Las oportunidades que ofrece la "era de la información" para la meteorología, la hidrología y las ciencias geofísicas conexas deben permitir a la OMM y a los SMHN de sus Miembros hacer frente al desafío cada día más importante que supone el perfeccionamiento de los planes de preparación y las evaluaciones de la vulnerabilidad, en aras de la protección de vidas y bienes, del desarrollo sostenible y de la reducción de la pobreza. La OMM puede contribuir a hacer frente a los desafíos del siglo XXI estimulando la utilización de nuevas tecnologías de costo asequible con el fin de:
En el marco de estas celebraciones merece destacar que para poder hacer frente con éxito a esos desafíos, es necesario que se reconozca aún más la necesidad de modernizar los Servicios Meteorológicos e Hidrológicos Nacionales. Es por ello que quisiera instar a las autoridades nacionales, a las comunidades científicas, a las organizaciones asociadas, a las organizaciones no gubernamentales y a los sectores privado y público a que velen por que la modernización de los SMHN vaya acompañada de las instalaciones necesarias que faciliten el acceso y la utilización de la información obtenida bajo la coordinación de la OMM, para que podamos hacer frente eficazmente a los desafíos que supone la protección del medio ambiente y el desarrollo en el siglo XXI.