La buena acumulación de horas frío en enero seguida de un febrero algo cálido y un marzo bastante cálido, produjo una fenología vegetal adelantada en todo el territorio; ello unido a la escasez de precipitaciones en marzo y abril, la fuertes heladas tardías de finales de abril y algunas granizadas a primeros de mayo hicieron que la primavera en términos agroclimáticos fuese complicada y nada buena para el campo. Las aves reproductoras estivales, en general, llegaron en fechas normales, algunas algo adelantadas en la campiña cantábrica.