31/07/2020 El mes finaliza con récords de temperaturas máximas y mínimas más altas y, como consecuencia del calor y la baja humedad reinante, el riesgo de incendios es extremo en muchas zonas del país. El cambio climático está aumentado la frecuencia de las olas de calor. Los días en que se superan estos umbrales de temperatura en España se han duplicado desde los años 80.
El mes de julio concluye en mitad de una ola de calor, que se prevé se prolongue hasta el próximo sábado, 1 de agosto. Esta situación de calor extremo, la primera que se registra en 2020, completa un mes de julio muy caluroso, con varios récords locales de temperaturas máximas y mínimas más altas, y un elevado riesgo de incendios.
La actual ola de calor ha dado lugar a registros extremos de temperatura, entre los que destacan los 42 ºC alcanzados en Donostia/Aeropuerto el día 30, que supone el récord de temperatura máxima desde que comenzaron los registros en el año 1955. Anteriormente, Burgos había superado el día 27 su récord del mes de julio con 38 ºC; y las ciudades de Palma (Mallorca) y Lleida igualaron sus registros más elevados de temperatura máxima y mínima, con 40,6 ºC y 23,3 ºC el día 28 en ambos casos. En algunos puntos del Cantábrico, los termómetros alcanzaron, el pasado día 30, valores entre 15 y 17 ºC por encima de lo normal, y las noches tropicales, aquellas cuya temperatura mínima es superior a los 20 ºC, han sido frecuentes en muchas zonas de España durante el mes de julio.
Primera ola de calor de 2020
La actual ola de calor, que motivó la emisión de un aviso especial por parte de la AEMET, es la primera que afecta a España en el actual año 2020, aunque hay que destacar que el mes de julio ha sido muy caluroso en zonas de la mitad sur peninsular. Para la emisión de avisos especiales por ola de calor han de superarse simultáneamente determinados umbrales de temperaturas extremas y de extensión afectada por dichas temperaturas. Además, estos umbrales deben superarse, al menos, durante tres días de un período de cuatro consecutivos.
Las olas de calor tienen efectos en multitud de ámbitos, como el de la salud, el transporte, la energía y, por supuesto, el medio ambiente: el riesgo de incendios se dispara durante estos episodios como consecuencia de las elevadas temperaturas y la baja humedad relativa. De hecho, el riesgo de incendios previsto por AEMET, a partir de datos atmosféricos observados y previstos en el transcurso de esta ola de calor, es muy alto o extremo en la mayor parte de España.
En ocasiones, además, los episodios cálidos vienen acompañados de fenómenos atmosféricos que contribuyen a elevar dicho riesgo de incendios. Es el caso de las llamadas «tormentas secas», es decir, aquellas que tienen muy poca o nula precipitación asociada, pero sí presentan actividad eléctrica. La caída de rayos en el transcurso de estas tormentas es una causa natural de incendios forestales.
Fenómeno más frecuente
Las olas de calor son fenómenos meteorológicos extremos cuya frecuencia va en aumento a escala global como consecuencia del cambio climático antropogénico. En España, el número de días al año en los que se superan los umbrales de temperatura de ola de calor en la Península es ahora el doble que a mediados de los años 80.
Además, aunque este año no se ha registrado ninguna ola de calor en junio, las olas de calor acontecidas en dicho mes en España, cuando tienen más consecuencias al no estar el cuerpo aún aclimatado al calor, son ahora 10 veces más frecuentes que en los años 80 y 90 del siglo XX. Además, las proyecciones climáticas para el siglo XXI elaboradas por la AEMET, muestran un aumento de alrededor del 20 % en el número de días cálidos para mediados de siglo.
Estos episodios, aunque se caracterizan por las temperaturas máximas extremadamente altas, también dan lugar a registros nocturnos muy elevados, que dificultan el descanso nocturno. Son las llamadas «noches tropicales», aquellas en las que la temperatura no desciende de 20 ºC, o las «noches tórridas», en las que los termómetros quedan por encima de 25 ºC durante toda la jornada. La frecuencia de estas noches extremadamente calurosas se ha multiplicado por 10 desde el año 1984 en las 10 capitales españolas más pobladas.