Tras un verano extremadamente cálido y de muy escasas precipitaciones, los tres meses otoñales fueron cálidos y con muy pocas lluvias hasta la llegada de noviembre en que las precipitaciones fueron normales y la primera mitad de diciembre cuando fueron abundantes (especialmente en el cuadrante suroeste peninsular y algunos puntos aislados de Aragón). Las temperatura altas otoñales hicieron que la acumulación de horas frío por debajo de 7 ºC fuese inferior a la normal en los tres meses con anomalías negativas mayores cuanto más avanzado el trimestre. Las heladas fueron muy escasas y tardías, al igual que el cambio de color y la caída de las hojas de los árboles caducifolios.