El giro del viento en niveles bajos al SW también propició
la aparición de remolinos y zonas de convergencia de vientos a sotavento.
En el caso de Tenerife, toda la isla en conjunto, y el macizo del Teide en
particular, hicieron de obstáculo al viento del SW. Por añadidura,
el relieve de la cordillera de Anaga ayudó a modificar localmente
la posición de las zonas de convergencia. Producto de estas convergencias
locales son los desarrollos convectivos que se observan sobre el extremo
oriental de la isla de Tenerife en la imagen IR de 15:30 UTC que aparece
a la derecha, con los topes nubosos extendiéndose hacia el NE debido
al intenso flujo rector existente en niveles medios y altos. En ella se aprecian
además otros desarrollos más o menos pronunciados en todas
las islas que se encuentran a la izquierda de la banda nubosa que delata
la separación entre la capa superficial húmeda (vientos del
SW) y la seca (vientos del SE).
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