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Estamos
frente a un episodio de lluvias torrenciales y persistentes que afectaron
a una zona de cierta complejidad orográfica. Las estructuras convectivas
de interés son anómalas en muchos sentidos, desde el punto
de vista del radar:
Las
estructuras convectivas que se forman en el mar, y lejos de las influencias
orográficas, se desplazaron de forma “lógica” según
el viento rector, de suroeste a nordeste sin llegar a poseer una organización
significativa. Solamente la zona de estudio fue capaz de generar las condiciones
mesoscalares que permitieron el anclaje de una forma pertinaz.
Los datos de viento Doppler nos ponen de manifiesto una singularidad de estas tormentas: parecen formarse en una zona de convergencia a sotavento de un importante obstáculo orográfico. Desgraciadamente, no podemos inferir el viento en capas cercanas al suelo, al encontrase el radar de Canarias a una altura muy elevada (cerca de 1.800 m). Este hecho es, además, un serio obstáculo para estimar la precipitación que afectó a Santa Cruz de Tenerife. De cualquier forma los datos radar son concluyentes cuando son examinados en detalle, tanto subjetiva como objetivamente, alertándonos que estamos frente a una situación convectiva excepcional para estas latitudes. La ubicación tan elevada del radar, y hasta cierto punto lógica para evitar la inversión de los alisios, es una importante limitación de cara a poder realizar un estudio detallado de la estimación de la precipitación en superficie. Con todo ello, el radar, junto a otros datos de teledetección, se erige como un elemento fundamental para la detección y seguimiento de este tipo de fenómenos |