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Vemos, por tanto, que la
baja evoluciona a lo largo de una trayectoria en la cual los efectos frontogenéticos
son significativos, produciéndose las mayores caídas
de presión al mismo tiempo que esos efectos aumentan, y cesando
cuando disminuyen.
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El papel que juegan las zonas
frontogenéticas activas en bajos niveles ha sido puesto de manifiesto
en varios trabajos sobre ciclogénesis explosivas (Ogura and Juang
1990, Rodgers and Bosart 1991). La existencia de frontogénesis mantiene
la zona baroclina en bajos niveles, dando lugar a un entorno favorable
para el crecimiento adicional de convergencia y vorticidad ciclónica
que, junto con la llegada de la perturbación de niveles altos, puede
realzar significativamente el desarrollo.
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