En 1860 se publicó la importante obra de José María Tuero: Tratado elemental aplicado a la náutica de los huracanes: precedido de una introducción sobre vientos en general, corrientes de los mares y otras partes. En aquella época uno de los mayores problemas era la complejidad de la teoría de los huracanes lo que provocó que fuera ilegible para la mayor parte de los marineros. Lo más destacable de la obra de Tuero es que evita que la teoría llegue a ser algo confusa: “Los fundadores de la teoría […] amontonaban las relaciones de los navegantes […]; pero que a los lectores de corta inteligencia les hacía caer en errores, deduciendo de buenos ejemplos malas reglas o preceptos” (Tuero, 1860: XI). Esta idea de simplificación hizo que se instalaran barómetros públicos en aquellas zonas de tierra que eran más frecuentemente azotadas por huracanes.