En superficie, el flujo es de
levante, debido a las altas presiones sobre Europa y la baja térmica
africana. Considerando la componente centrífuga asociada al anticiclón
europeo, es en la costa valenciana donde el flujo incide más perpendicularmente
y tiene un mayor carácter marítimo. Aire húmedo y
relativamente cálido (sobre todo en la mitad invernal del año)
es advectado sobre los contrafuertes montañosos de la región,
forzándose ascensos incipientes. En ocasiones, situaciones de este
tipo presentan embebidas bajas mesoescalares, que pasan a tener un claro
protagonismo en la definición del patrón de precipitaciones.
Estas estructuras no pueden resolverse en los campos presentados, cuya
rejilla es de 3º de latitud por 4º de longitud.
En 500 hPa, una vaguada poco
definida se sitúa sobre la península. En estas condiciones,
como en los otros dos tipos C, es frecuente la presencia de embolsamientos
de aire frío en la troposfera media, que contribuyen a la creación
de perfiles verticales inestables en la zona de advección superficial
cálida y húmeda. El forzamiento dinámico es muy débil,
pero no se opone a los ascensos de aire. El resultado suele ser la formación
de núcleos convectivos, a veces mesoescalares, que generan fuertes
precipitaciones, predominantemente en otoño.
Presenta un máximo
otoñal y un mínimo estival.
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