En superficie, la baja térmica africana se extiende al interior peninsular, apareciendo la baja térmica ibérica. En ausencia de flujos superficiales definidos, es el forzamiento térmico debido al calentamiento solar el responsable de los ascensos. Estos ascensos iniciales generan movimientos horizontales de las masas de aire superficiales, que pueden provocar nuevos ascensos, motivados ahora por la topografía y por la convergencia de flujos.

En 500 hPa una pequeña vaguada, con eje en las inmediaciones del sur de las costas portuguesas, advecta vorticidad relativa positiva sobre el sur peninsular y favorece los ascensos de aire. Estas condiciones suelen coincidir con inestabilidad termodinámica en las zonas mesetarias más altas del interior, ya que la superficie está muy caliente, y las temperaturas de la troposfera media pueden ser relativamente bajas (asociadas a la vaguada). Por todo ello, cualquier ascenso incipiente originado por forzamiento térmico, flujos convergentes o elevación topográfica, puede ser catalizado, provocando fuertes lluvias convectivas.

Las diferencias entre este tipo y el D2, Precipitaciones en el Interior Norte Peninsular, no son claras en estos campos medios. En el caso que nos ocupa, el forzamiento dinámico más intenso corresponde a la parte sur de España, de acuerdo a la posición de la vaguada.

Presenta un máximo estival, algo menor en primavera, y una casi ausencia invernal. Esta distribución es coherente con la naturaleza convectiva de las precipitaciones y la presencia de baja térmica que caracterizan al tipo.

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